domingo, 2 de junio de 2024

"La última función", de Luis Landero

De nuevo Landero maravilla. El nuevo libro del autor pacense vuelve a emocionarme como todos los anteriores. Se puede decir que muchos de los personajes principales de Landero son parecidos, semejantes, arquetípicos. Todos ellos son personas con afanes de grandeza, con voluntad de triunfar en el arte, que se enfrentan a sus propios fantasmas. En muchos de los casos, otean el éxito o se sumergen brevemente en él, disfrutando de unos momentos fugaces tan solo unos momentos, para volver a caer en la añoranza, en la ilusión vana. Sin embargo, la fórmula funciona porque el ser humano es soñador por naturaleza. Sí, Landero caracteriza muy bien a los soñadores y también disecciona con una gran precisión los torbellinos mentales y las contradicciones intrínsecas que cruzan por la mente de todo ser humano. Cuando leo a Landero me doy cuenta de que la vida es lo que es casi por casualidad, de que soy quien soy casi por accidente, por azar. Podría ser que yo fuese otra persona completamente diferente. Muchas veces es la suerte (llámese destino, si se quiere) quien guía nuestros caminos. Tito Gil es el héroe de esta fábula que, más bien, es una fantasía onírica. El momento en que Paula (o Claudia) da el salto de su anodina y mísera realidad hacia la luz en San Albín parece puro realismo mágico. Y qué bien integra Landero esa fantasía irreal en el la realidad de la narración. Las fantasías a veces se hacen realidad y se integran de forma rutinaria (si es que esto es posible) en la vida real, para pasmo de propios y extraños. 

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