Después de haber leído "Patria" y "Los vencejos", acudí a la llamada de este nuevo libro de Aramburu presto. No me decepcionó. Es mucho más corto que los dos anteriores, pero está lleno de una angustia que no hubiese permitido un libro de seiscientas páginas, probablemente. El hilo argumental es la tragedia que sacudió a una escuela de Ortuella (Bizkaia) a comienzos de los años ochenta. Fallecieron muchos niños y varios adultos debido a una explosión de propano en la escuela local. Con un punto de partida tan duro, parece difícil que el libro se lea con agrado. Es durísimo, pero se lee con la sensación de que el relato es fiel a la realidad. Y, aunque duela, hay que explorar los sentimientos, las reacciones y las actitudes del ser humano ante una prueba de estas características. El libro es un relato psicológico del dolor en los padres y familiares de los fallecidos y sus efectos. Se sufre leyendo tamañas desgracias pero, al mismo tiempo, se disfruta con la prosa de Aramburu, que va diseccionando los diferentes estados de ánimo que van anegando las almas. Seguramente no sea una lectura para personas que estén atravesando malos momentos de ánimo pero, en cualquier caso, es gran literatura, una vez más.
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